jueves, 27 de noviembre de 2008

lingüistas

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del congreso internacional de lingüítica y afines, la hermosa taquígrafa regogió sus lápices y sus papeles y se dirigó a la salida abiéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, eniólogos, críticos estructuralistas y deconstruccionalistas, todos los cuales siguieron su barboso desplazamiento con una admiración rallana en la grosemática.

De pronto, las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:
-¡Qué sintagma!
-¡qué polisemia!
-¡Qué significante!
-¡Qué diacronía!
-¡Qué exemplar cetororum!
-¡Qué zungenspitzel!
-¡Qué morfema!

La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonémas.

Solo se la vió sonreír, alagada y, tal vez, vulnerable, cuando el jóven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: 

"cosita linda"



desde que lo lei en realidad me gusto mucho.

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